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Metodologías activas + tecnología: la combinación ganadora para el aula

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No cabe ninguna duda de que en los últimos 20 años la educación ha experimentado una transformación profunda. El protagonismo ya no recae únicamente en el profesor como transmisor de conocimiento, sino en el estudiante como centro del proceso de aprendizaje. En este contexto, las metodologías activas, como el aprendizaje cooperativo, el aula invertida o el aprendizaje basado en proyectos, se han consolidado como estrategias pedagógicas eficaces para fomentar la participación, la creatividad y el pensamiento crítico; sin embargo, hay un elemento que multiplica su impacto: la tecnología. Cuando se combinan metodologías activas con herramientas digitales, el aula se convierte en un entorno dinámico, interactivo y adaptado a las necesidades de cada alumno.

¿Qué son las metodologías activas?

Las metodologías activas ponen al estudiante en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje. En lugar de recibir pasivamente la información, el alumnado participa, colabora y construye su propio conocimiento a través de la práctica y la experiencia.

Algunos ejemplos:

  • Aprendizaje basado en proyectos (ABP): resolver un reto real trabajando en equipo.

  • Aprendizaje cooperativo: dinámicas de grupo en las que cada estudiante tiene un rol específico.

  • Aula invertida (flipped classroom): el alumnado estudia contenidos en casa y aprovecha el tiempo en el aula para debatir, aplicar y resolver dudas.

  • Gamificación: uso de dinámicas de juego para motivar y consolidar aprendizajes.

El papel de la tecnología como acelerador

La tecnología no sustituye al docente ni a la metodología, pero sí amplifica sus posibilidades. Herramientas como pantallas interactivas, dispositivos colaborativos o software educativo facilitan la participación, la inmediatez y la personalización del aprendizaje.

Algunos beneficios de esta combinación:

  • Mayor motivación: los recursos interactivos captan la atención del alumnado.

  • Colaboración real: gracias a aplicaciones en la nube y pantallas interactivas, los equipos trabajan en tiempo real, tanto en clase como a distancia.

  • Feedback inmediato: los docentes pueden evaluar el progreso en directo y ajustar su estrategia.

  • Inclusión: la tecnología permite adaptar materiales a distintos ritmos y estilos de aprendizaje.

Casos prácticos en el aula

Imaginemos un proyecto de ciencias en secundaria. En lugar de limitarse a leer un libro, los alumnos investigan un fenómeno, diseñan una presentación colaborativa en la pantalla interactiva de su aula y exponen sus conclusiones al resto de la clase. El docente, mientras tanto, guía el proceso, plantea preguntas clave y facilita recursos digitales para enriquecer la investigación.

Otro ejemplo es el uso del aula invertida: los estudiantes visualizan vídeos explicativos en casa y, en clase, trabajan con la tecnología para resolver ejercicios prácticos, crear mapas conceptuales en equipo o debatir sobre los contenidos.

La visión de Newline: potenciar la enseñanza del futuro

En Newline Interactive creemos que la tecnología debe ser un facilitador del aprendizaje, nunca un obstáculo. Por eso, desarrollamos soluciones que integran de forma natural en el aula, adaptándose a las necesidades de los docentes y fomentando la participación del alumnado. Las pantallas interactivas Newline, combinadas con metodologías activas, se convierten en una herramienta clave para transformar la experiencia educativa: intuitivas, colaborativas y pensadas para impulsar la creatividad en el aula.

Las metodologías activas permiten que los alumnos aprendan haciendo, reflexionando y colaborando. La tecnología, por su parte, añade dinamismo, motivación y posibilidades infinitas de personalización. Juntas forman una combinación ganadora que prepara a los estudiantes no solo para aprobar un examen, sino para desenvolverse con éxito en la sociedad actual.

En definitiva, educación activa + tecnología = aprendizaje significativo.